miércoles, 17 de septiembre de 2008
Memoria y desmemoria histórica.
En las últimas semanas el ya famoso Juez Garzón ha sacado una vez más a la palestra la cuestión de la llamada “Memoria Histórica”.
En un momento delicado para el Gobierno de Zapatero, ante una crisis económica del sistema capitalista de difícil resolución, el PSOE y sus medios acólitos aprovechan sus impopulares apuestas políticas (como la de apoyar en Europa la ley que permite trabajar hasta 65 horas semanales), para usar el recuerdo la República y la resistencia a la Dictadura Franquista como seña de identidad “progre”.
Por desgracia es un tema demasiado serio para un partido que, tras casi 18 años de gobiernos intermitentes, ha hecho más bien poco por recuperar la memoria y la dignidad de los que perdieron la Guerra Civil.
En Canarias, donde la guerra fue casi inexistente (si exceptuamos el Fogueo de Vallehermoso, o la breve resistencia en La Palma o el Norte de Gran Canaria), sin embargo la represión fue brutal.
Las cifras más moderadas hablan de unos 2500 militantes de izquierda asesinados por los golpistas y varios miles más encarcelados, torturados o desterrados.
Miembros de sindicatos, partidos, funcionarios, intelectuales, obreros y campesinos fueron perseguidos sólo por tener ideas y por apoyar a los legítimos gobiernos elegidos por el pueblo.
Hoy, los herederos políticos del franquismo (PP) hablan de no remover el pasado o de no abrir las “viejas heridas”, tal vez sea porque no tienen a ningún familiar enterrado en algún monte, barranco o fosa común (cuando no en el fondo del Atlántico).
Se ve que no les afectan los cientos de espacios que recuerdan en las calles a los fascistas, que dan nombre incluso a colegios o hipócritamente consideran una “molestia innecesaria” cambiar el nombre de una calle por la que cientos de familiares de represaliados o asesinados deben pasar día a día... más que nada por los gastos burocráticos y para evitar problemas con correos.
Para mi la memoria histórica se debe basar en el recuerdo, pero también en la consecución de una auténtica justicia histórica, donde personas como el General Mola o el mismo Franco dejen de tener calles o monumentos.
También se basa en recordar como se debe a aquellos que lucharon y fueron perseguidos por la defensa del gobierno legítimo, más allá de los notables esfuerzos hechos por investigadores y colectivos autogestionados.
Un ejemplo próximo de esto será en La Orotava, donde los concejales de Iniciativa por La Orotava presentarán una moción para recordar a los ediles que fueron ilegalmente despojados de sus actas en el Golpe y para retirar la Medalla que la Villa le otorgó al dictador.
En mi familia tenemos ambas partes del conflicto. En La Gomera mi abuelo tuvo que huir de la Isla en el año 1950 rumbo a Venezuela en busca de una libertad que no podía encontrar en la Isla, su hermano, Juan Pedro Ascanio García “el chato”, fue enviado primero a una prisión flotante y después a un campo de concentración en el Sáhara, desde donde logró huir atravesando el desierto hasta Casablanca, en el Marruecos colonial, donde vivió como miembro del PCE hasta que pudo regresar a las Islas, su primo hermano fue asesinado por un pelotón de ejecución en Madrid en 1941 y sus primas también fueron encarceladas, rapadas y obligadas al exilio.
La noticia de que en Vallehermoso, su pueblo natal, le ponía a una importante calle el nombre de Guillermo Ascanio Moreno fue una noticia tan emotiva para él que complicó los problemas cardiacos por los que murió.
Demasiadas serán las personas que ya no verán los restos de sus familiares o que no podrán hablar públicamente sobre los sucesos que afectaron a sus familias, por mucho que a Garzón quiera juzgar a los asesinos (la mayoría muertos o seniles).
Una de las personas que sufrió en primera persona la violencia fascista, y que sabe muy bien lo que es la memoria histórica, es Domingo Valencia, que con sólo 16 años fue juzgado por los tribunales franquistas por pertenecer al partido comunista y condenado a 16 años de cárcel.
En el campo de concentración de la Isleta sufrió todo tipo de vejaciones y vio como asesinaban salvajemente a varios compañeros, su testimonio, editado por los compañeros de Canarias Semanal es certero y sobrecogedor. Te animo a verlo y conocer ese suceso de nuestra historia reciente.
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ResponderEliminarYo, un épico inventor
de revistas y de amores
que pronto las dejé o me dejaron.
Era el tiempo en que escribíamos sin
puntuación.
Aquel galope de caballos sacudió la
época.
Manuel Altolaguirre impresor
glorioso, con manos de arcángel
cuando el fulgor despedía
las estrofas áureas
y esmaltinas del poema en
aquella majestuosa tipografía que
destacaba las palabras como
si estuvieran fundiéndose
de nuevo en el crisol.
Manolito, siempre lleno
de risas y de sonrisas.
El 19 de julio de 1936
la calle se llenó de pólvora
y sangre, un general desconocido
llamado Francisco Franco,
se rebeló contra la Republica.
Un millón de españoles
muertos, un millón de
exiliados, en la conciencia
humana esa espina sangrante.
Federico falto a la cita,
ya iba camino de su muerte.
La guerra de España cambió
mi poesía, comenzó para
mí con la desaparición de
un poeta.
¡Que poeta! Reunidos en él
la gracia y el genio, el corazón
alado y la cascada cristalina.
Duende derrochador, alegría
centrifuga que irradiaba como
un planeta la felicidad de vivir.
Ingenuo, cósmico, provinciano,
supersticioso, radiante y gentil.
Andaluz que iluminaba y perfumaba
como un jazminero toda la escena de
aquella España ¡Ay de mí!, Desaparecida.
Con tanta magia en las manos, nunca
Tuve un hermano más alegre.