Se que algunos conocidos
de mis padres les decían, cuando contaban que sus hijos estaban en
el Montessori, que ese colegio era de “rojos”, como si fuera una
cosa mala. El cole toscalero en el que viví una parte importante de
mi infancia era un par de casas viejas, una clases chiquitas, apenas
dos patios y una oficina en la que la cara de Lenin y el busto de
Carlos Marx te recibían entre montañas de papeles y olor a los
gatos que se paseaban gandules por todos lados, entre niños y niñas
que crecían sin ser números o estadísticas, siendo personas.
No teníamos los
uniformes de los colegios de los niños bien, ni sus canchas
deportivas o instalaciones de última generación, todo era pequeño
y acogedor, casi una familia en la que el Mae era una figura clave,
fundamental.
El Mae, fue un maestro en
el amplio sentido de la palabra, ese señor grandote que nos recibía
por las mañanas y poco a poco nos iba dando una nueva identidad,
acercándonos a un grupo nuevo donde uno podía ser el “señor
escaño”, el “señor pitera” o el “señor oscuro”.
Siempre he pensado que
estudié historia gracias al Mae, me jode reconocer que nunca se lo
dije. Recuerdo los empetudes en los que hacíamos la tarea o teníamos
los “exámenes” del Mae con el libro de historia abierto,donde le
explicábamos con palabras de niño el mundo de los antiguos romanos
o la prehistoria, fueron momentos que creo que nos marcaron a muchos.
Entre las paredes del
Montessori no solo aprendías lengua, inglés o matemáticas, sin
saberlo había otras ideas que se incorporaban a tu día a día,
incluso más importantes. Los niños y niñas del Montessori
participábamos igual en el día de la banderita que en la protesta
por el derribo de la antigua OJE o acompañábamos la lucha contra la
forma en la que Cajacanarias apretaba el cuello del cole, incluso
algunos dimos nuestra primera rueda de prensa entre sus paredes, con
la campaña para la ampliación del centro.
El Mae nos acompañó
durante la infancia y fuera de ella. Las manifestaciones de cualquier
tipo, los actos de homenaje a los luchadores del pasado o las calles
toscaleras eran punto de encuentro donde entregarte al abrazo y a la
conversación. Hoy las redes sociales me han devuelto la magnitud de
la persona, al descubrir tantas palabras de cariño, de admiración y
respeto, de personas diferentes, que por una causa u otra estuvieron
a su lado. Somos muchos los que lo echaremos de menos, demostrándonos
la necesidad que tenemos de maestros como él.
Yo no tuve la suerte de compartir mi infancia en ese colegio...lo conocí hace pocos años. Pero lo suficiente para no olvidarlo.
ResponderEliminarTe dejo el enlace de una entrada que hice en estos días en nuestro blog:
http://lafurgonetafantastica.blogspot.com.es/2014/01/el-mae-se-mudo-de-casa.html