lunes, 29 de diciembre de 2008

Palestina: Muertos de hipocresía.


Lo que está ocurriendo en las últimas horas en la franja de Gaza es un drama terrible e injustificable desde cualquier punto de vista.
La matanza realizada desde Israel contra los palestinos, en su mayoría civiles, y que hasta hace unas horas había costado la vida de más de trescientas personas y provocado heridas graves a más de mil seiscientas es el ataque más violento contra Palestina desde la Guerra de los Seis Días (1967), según todos los analistas.
Por desgracia estos palestinos asesinados por el ultraderecha sionista sólo van a llenar las estadísticas de los miles de personas que en el mundo mueren por causa de la hipocresía de los gobiernos occidentales y del capitalismo.
Ser Palestino o llamarse así, es en si mismo una paradoja, es ser un derrotado, acorralado, deportado, exiliado y siempre sospechoso para los Estados occidentales.
Te hablan de las ventajas de la democracia burguesa, te venden el modelo, haces unas elecciones impecables y si a miles de palestinos, a la mayoría, les da por votar por Hamas, decepcionados por las corruptelas de Al Fatah, te van a hacer la vida imposible o incluso te van a exterminar.
Que duro es eso de que si votas “mal” pueden caer sobre ti todos los bloqueos y castigos militares del mundo…y casi ningún gobierno o institución internacional va a decir nada.
Sinceramente he de decir que no me gustan los movimientos islamistas como Hamas (igual que no me gustan los fundamentalistas católicos que salieron por Madrid el 28 de diciembre), siempre he simpatizado más con organizaciones de izquierda laica como el Frente Popular para la Liberación de Palestina, pero claro, a estos tampoco les podrías votar porque son comunistas.
Eso es lo que se ha convertido el llamado juego democrático en el mundo actual. Se divide a los países en buenos y malos por unos principios basados en estás conmigo (es decir con el capitalismo) y eres bueno, o estás contra mí (es decir no comulgas con el capitalismo occidental) y eres malo.
A los palestinos que han apoyado a Hamas se les ha colocado en un lado de la balanza planetaria incómodo, son pobres, no tienen petróleo, ni oro, casi no tienen ni una tierra que puedan llamar como propia, son una víctima propiciatoria.
A los palestinos les ocurre como a tantos otros pueblos del planeta donde se están dando procesos que no gustan a las grandes empresas o donde no se colabora con el imperialismo. En esos casos las leyes internacionales, las constituciones, las declaraciones o los principios se convierten en papel mojado que no sirve para nada sin el visto bueno de los EE.UU. o la Unión Europea.
Ocurrió en Argelia en 1991 con el golpe de estado en pleno proceso electoral, cuando estaba cantada la victoria del FIS. Como eran islamistas todo el planeta miró hacia otro lado y la antigua metrópoli colonial aplaudió el golpe sin rubor.
En el 2002 también pudimos ver esto en el golpe al gobierno del presidente Hugo Chávez en Venezuela. Los medios de comunicación de medio planeta corrieron a felicitar al “nuevo gobierno” y recuerdo como importantes representantes políticos del Estado Español o el mismísimo presidente de Canarias salían en radio y televisión felicitándose por la tranquila “transición” y esta flagrante vulneración de la voluntad democrática de la mayoría de los venezolanos (se ve que viendo a tantos obispos, empresarios y a corruptos conocidos en el Palacio de Miraflores estaban extasiados).
También al presidente Allende le pasó lo mismo en Chile, con la excepción de que la respuesta popular en Venezuela, en apoyo del gobierno legítimo fue algo que pocos preveían.
De todas formas esta situación de malo oficial también puede cambiar de repente, sobretodo si en tú País se descubren grandes reservas de alguna importante materia prima.
Eso le pasó a Gadafi en Libia, tras descubrirse unas inmensas reservas de gas natural, o a Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial, con la puesta en explotación de importantes pozos de petróleo, (algunos dicen que unos de los más ricos de África).
Si te ocurre eso no vas a tener problema en pasearte por los despachos de todos los presidentes occidentales, tener recepciones oficiales y regalos de todo tipo, aunque las condiciones democráticas, la educación, la libertad de expresión o la salud sean terroríficas.
Si eres un buen chico incluso podrás hacer como el presidente Colombiano y si quieres atacar a un grupo de guerrilleros de las FARC en territorio de otro Estado, al margen de cualquier ley internacional, no vas a tener el más mínimo problema, incluso con un poco de suerte te montan un concierto solidario.
La hipocresía del occidente es la que ha dejado que los centenares de muertos de estos ataques a Gaza y los miles del bloqueo israelí sólo sirvan para remover las conciencias de los mismos de siempre, los que sufrimos viendo sufrir a otros, y para asistir en directo a una matanza programada, donde a las piedras y a los cohetes caseros se responde con tanques y F16.
Lo que no se plantean los israelíes y el resto de potencias que los apoyan o justifican es que por cada muerto, por cada herido van a surgir decenas de jóvenes dispuestos a una nueva Intifada o a mantener esta situación de violencia indefinida de Próximo Oriente cuanto sea necesario.
Por desgracia a Palestina le viene bien una estrofa de Pedro Navaja de Rubén Blades, “cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pa' martillo del cielo te caen los clavos”.
Sólo espero que los millones de personas que a lo largo del planeta nos escandalizamos y condenamos esta matanza logremos hacer la suficiente fuerza para detener la barbarie.

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